Escuela de piratas
I. EL CAPITÁN GARSEN
Si alguna vez os hablan de Portobel, podrán deciros que se trata de un pueblo situado entre Cabo Punzón y Peñón Tiñoso, a orillas del Mediterráneo; podrán hablaros de su belleza y de la situación privilegiada del puerto, de sus inviernos cálidos y de sus gentes calladas.
Podrán contaros eso y poca cosa más, porque jamás os dirán nada de Galeón, la única escuela de piratas que hay en el mundo, donde el capitán Garsen imparte sus enseñanzas a aquellos que reúnen condiciones y tienen suficiente temple para soportarlas.
Dicen que el mismo Garsen se encargó de ir casa por casa, explicándole a todos lo que les sucedería si a alguien se le ocurría irse de la lengua. Por eso, uno no puede acercarse por allí y decirle al capitán: «Eh, señor, que he oído hablar de su escuela y quiero ser pirata...» Porque sólo él elige a su tripulación y lo hace en el momento que le parece oportuno.
No puedo decir que recuerde la noche en que me señaló a mí, ya que lo hizo pocas horas después de venir yo al mundo, pero sí recuerdo cómo se alteró el tono de voz de mi madre cuando rememoró aquel momento terrible:
—Naciste una noche fría de noviembre —me contó días antes de cumplir siete años—; la bruma del mar se elevaba por encima de las casas del pueblo. Había un extraño silencio, ocasionalmente roto por el ladrido de algún perro. Era como si el mundo se hubiera detenido, o al menos eso nos pareció a tu padre y a mí, que te observábamos acurrucado en la cuna, con la cara todavía hinchada por el esfuerzo de haber nacido. Eras un niño fuerte y grandote.
En ese punto mamá sonrió, me apretó la mano y pude ver cómo le brillaban los ojos, antes de continuar.
—Entonces oímos aquel sonido acercándose: tap-tap..., tap-tap..., tap-tap..., y supimos que Garsen te había señalado, pues ésa era su costumbre. Tu padre abrió la puerta con el cuchillo en la mano, sin esperar a que llamara, pero el capitán le desarmó con una risotada:
—¡Ja, ja, ja...! —le dijo, colocándose delante de él, con los brazos cruzados— Mal momento es éste para que corra la sangre; no estaría bien dejar al niño huérfano antes de tiempo.
»Garsen apoyó una mano sobre la empuñadura del sable y levantó la barbilla, desafiante.
—Por otro lado, sólo vengo a felicitarles y a comunicarles de paso que he decidido admitir al pequeño en mi escuela: le enseñaré el viejo oficio y le convertiré en pirata —después, sonrió con malicia y añadió—. No querrá usted que sea un pelagatos sin futuro.
»No dijo más. El capitán se dio la vuelta y se alejó, perdiéndose entre la niebla.
»Tu padre quedó en la puerta petrificado, tragándose su humillación y su rabia, mientras la noche se llevaba al pirata. Hubiera podido abatirlo fácilmente, pues ya conoces su destreza con el cuchillo, pero algo intangible protegía a aquel malvado; te dejaba paralizado con su sola presencia y no era posible mover un sólo dedo si él no quería.
Recuerdo que en ese punto interrumpí a mi madre e intenté tranquilizarla.
—No temas mamá, pues no pienso ir a esa escuela de piratas —le dije, haciéndome el valiente—. Quiero ser cazador como papá.
Pero cuando apareció el capitán, la misma noche que cumplí siete años, ni siquiera me resistí. De manera que no tuvo que llevarme de una oreja como había hecho con otros, por ejemplo con Carasucia, el más fuerte y aplicado de la escuela.
Han pasado seis años desde aquella noche... Todavía me vienen a la memoria recuerdos de cañas de azúcar y palos de regaliz, de miel robada a las abejas y de bollos calientes cocinados por mamá. También recuerdo esa mano firme que me enseñó a manejar el cuchillo y a cazar, con esa mirada firme cuando me distraía o ahuyentaba a la presa.
Pero todo eso fue antes de que llegara ese misterioso pirata, embozado en su capa negra ribeteada de oro, y los alejara de mí para siempre.
- Género: Aventuras, Misterio
- Nº de páginas: 176
- Tamaño del libro: 13,5 x 19,5
- Formato: Papel
- ISBN: 979-8515593803
- Traducido al francés
- Traducido al portugués
- Traducido al italiano
- Traducido al inglés