El rey Cantarín
Capítulo 1
AQUÍ ERA UN REINO como cualquier otro reino. Tenía un bonito castillo con muchas casitas a su alrededor. En él vivía gente noble y gente sencilla.
Los nobles eran personas muy importantes que dirigían los asuntos del reino. Y para ello tomaban decisiones muy importantes. La gente sencilla hacía lo que podía para llevar a cabo esas decisiones. Así, cuando el rey, que era la persona más importante, miraba hacia el cielo y comentaba de forma casual:
—Hummm..., mañana lloverá.
El marqués de la Ventolera, que siempre le andaba espiando, corría a decirle al barón de la Peña:
—Seguro que mañana llueve. Lo ha dicho el rey.
El barón salía corriendo y se lo comentaba al capitán de la guardia:
—Mañana tiene que llover. Lo ha ordenado el rey.
De modo que al día siguiente era obligatorio que lloviera. Y toda la gente sencilla que trabajaba en el castillo debía colocarse los impermeables y las capuchas, aunque hiciera buen tiempo, para no contrariar a la gente noble.
Si alguna vez no llovía cuando el rey lo había dicho, el marqués y el barón le echaban la culpa a las nubes. Y el capitán de la guardia se enfadaba muchísimo.
—¡Detengan a las nubes! —gritaba desde su torre.
Y la gente sencilla tenía que perseguir a las nubes.
Como las nubes se mezclaban unas con otras o se dejaban llevar por el viento, el capitán de la guardia se ponía todavía más furioso. Así que gritaba aún más fuerte:
—¡¡Detengan también al viento!!
Y la gente sencilla del reino de Aquí se ponía a perseguir al viento para meterlo en el calabozo.
Pero el viento se pasaba al reino de al lado, que se llamaba el reino de Allá. Y eso era excusa suficiente para iniciar una guerra.
Cuando esto ocurría, la gente sencilla tenía que hacer instrucción todas las mañanas, entrenar en el patio del castillo con las armas y ponerse unos uniformes muy duros e incómodos para pelearse con sus vecinos.
Eso hacía que no tuvieran tiempo para las tareas sencillas: cosas como moler el grano, hacer la masa y hornear el pan se atrasaban o no se podían hacer.
Pero así había sido siempre...
- Nº páginas: 48
- ISBN: 978-84-236-9402-0
- Formato: 12x17
- Encuadernación: Rústica
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Publicado en Ecuador.